Hola, queridos lectores.
Antes de empezar con el relato de la segunda parte de mi aventura por Europa, me gustaría decirles lo siguiente: en la entrada anterior (que pueden ver
aquí) quise hacer un pequeño experimento, que consistía en subir unas fotos a mi perfil de Instagram y a mis historias de Facebook y de WhatsApp, acompañadas del enlace de la entrada; así, sin descripción ni
hashtag. Quería comprobar dos cosas:
1) Mucha gente no se interesa por abrir enlaces que aparecen en las historias (yo sé, tampoco lo hago).
2) Hay quienes juzgan sin tomarse el tiempo de pensar ni de analizar el contenido. Digo esto, porque la entrada no ha tenido muchas visitas (aunque estoy casi seguro de que es problema de indio, no de flechas) y porque no faltó quien me llamara de irresponsable por estar
«paseando en medio de la pandemia
».
En verdad, no sé si sorprenderme, porque me parece que ese es el estándar actual: no revisar el contenido ni ser crítico con lo que hay en internet, juzgar y hacerse ideas erróneas basándose únicamente en unas imágenes... En fin, en la entrada de hoy tampoco añadí
hashtags, así que vamos a ver qué sucede.
Ahora sí, continuemos con la segunda parte de mi viaje.
Luego de estar unos días en los Países Bajos, había llegado el momento de partir hacia Alemania, más concretamente hacia Colonia. Lo hice en bus, a un precio tan barato que me generó un poco de sospechas:
€5. Para los curiosos, la distancia entre Útrecht y Colonia es de cerca de 200 km; no es mucho, pero son dos países diferentes y a solo
€5 (en otra entrada les cuento otro viaje increíble a solo
€1).
El viaje fue a media noche y, luego de cuatro horas de trayecto, llegué en la madrugada a la estación de buses de Colonia, que es en el aeropuerto. Llovía, hacía frío, yo estaba cansado, porque llevaba todo mi equipaje y no había dormido mucho en el bus... Sin embargo, ese día tenía una clase de alemán a las 9:30 a.m. en una escuela de idiomas. No tenía dónde descansar y esperar para salir a cumplir mi cita, así que decidí
dormir en una de esas sillas superincómodas del aeropuerto hasta que fueran al menos las siete de la mañana. Cuando llegó esa hora, me levanté para ver cómo llegaba a la escuela (no conocía Colonia y nunca había tomado el metro solo).
Cuando por fin me ubiqué y luego de preguntarle a un trabajador del metro por mi destino (era la primera vez que usaba mi alemán en un contexto real), supe hacia dónde tenía que ir. Llevaba una maleta pesada en la espalda y otra un poco menos pesada en el pecho y no había dormido. Aún llovía. Afortunadamente llegué a la estación Chlodwigplazt un poco antes de lo que pensaba, así que pude resguardarme un poco de la lluvia.
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Esta fue la primera foto que tomé en Colonia, en Chlodwigplatz. |
Luego de una corta caminata, llegué a la escuela: mojado, cansado y con el pie derecho muy lastimado por causa de unos zapatos que, si bien me cubrieron de la lluvia, me fueron bastante incómodos por algún tiempo.
Como imaginarán, mi primera impresión de Colonia no fue muy agradable por las condiciones en las que llegué, pero disfruté mi primer día allí. Después de la clase, a las 2:30 p.m., salió el sol, caminé y tomé estas fotos:
Bueno, estimados lectores, hasta aquí la segunda parte de este viaje que aún no termina: sigo
atrapado en Madrid, pero bien y con la mejor compañía. Pendientes, porque en la tercera parte de este viaje les contaré algunas cosas interesantes que hice en Colonia.
Les deseo mucha salud y una feliz cuarentena.
Mauricio Téllez G.