sábado, 31 de diciembre de 2016

Hola, amigos lectores.

Antes de empezar con el tema central de esta entrada, quiero desearles a todos un próspero y venturoso 2017. También quiero agradecerles por leer este blog que hago con mucho entusiasmo y con el ánimo de dar a conocer algunos pensamientos e ideas que me surgen. Si bien durante este año no escribí con frecuencia, procuraré hacerlo más seguido el que viene. Trataré. Ahora bien, empecemos.

Como seguramente ya expresé en una entrada anterior, soy docente de música en colegios desde hace dos años. El 2015 fue mi primer año en esta profesión que, aunque muy desvalorizada en la sociedad colombiana, es muy enriquecedora en el ámbito personal porque, para tratar diariamente con niños de diferentes edades, hay que estar buscando siempre nuevas maneras de llegarles y, así, obtener lo mejor de ellos. Del mismo modo, considero que fui muy afortunado por encontrar en ese colegio un grupo de compañeros que hicieron que el trabajo fuera más agradable. 

Durante la primera mitad de ese año pasé momentos muy agradables pues todo era nuevo: estaba aprendiendo a relacionarme con los estudiantes y a trabajar en equipo con el grupo al que pertenecía (artes). También estaba conociendo a los demás profesores y administrativos y todo parecía ser muy bueno. Lastimosamente para el segundo semestre todo empezó a cambiar por ciertas decisiones tomadas desde la cabeza de la institución que no fueron del todo acertadas porque perjudicaron, sobre todo, a los docentes. 

El año terminó y me renovaron el contrato para el 2016. Durante este, las cosas cambiaron un poco y el ambiente ya no se sentía tan agradable. Sin embargo, gracias al trabajo en equipo, a los amigos que encontré en el colegio y a mi nueva etapa como estudiante de Lenguas Modernas, el tiempo se pasó muy rápido. Se hicieron bastantes actividades de gran calidad con los estudiantes y se cumplió con todas las tareas asignados. Al finalizar el año lectivo, me dieron la noticia que no me iban a renovar, ni a mí, ni a muchos compañeros y a algunos amigos. Este hecho no nos sorprendió puesto que la situación económica del colegio no pasa por sus mejores momentos debido a, como decía antes, las decisiones arbitrarias e inexpertas de la dirección. Adicional a esto, yo no me estaba sintiendo cómodo en mi trabajo y necesitaba un cambio de aire. 

De esta manera culminó mi tiempo de trabajo en ese colegio. Estoy agradecido por tanto aprendizaje y tantas experiencias que tuve, pero me voy con un mal sabor por el trato que recibí, más que todo en la segunda mitad del 2016. Me parece increíble cómo las decisiones de una sola persona pueden llegar a ser tan perjudiciales para un grupo de profesionales comprometidos con su vocación. No obstante, quedo tranquilo y satisfecho por la labor realizada y espero que los que fueron mis estudiantes pongan en práctica los conocimientos adquiridos y empiecen a ver esta materia con unos ojos diferentes.

Una vez más, gracias por leerme. Les deseo un feliz año, lleno de amor, salud y bendiciones. 

¡Hasta luego!

Mauricio Téllez G.