lunes, 30 de marzo de 2020

El inicio de una aventura

Hola, queridos lectores.

Espero que estén bien y que estén aprovechando este tiempo para pensar y para crecer en todos los aspectos. Por mi parte, y como les había dicho antes, quiero compartirles algunas experiencias de mi viaje por Europa. Como ha sido un viaje tan largo (aún sin una fecha de regreso debido a la situación actual), he tomado bastantes fotos y quisiera compartir algunas de ellas en este espacio, acompañadas de las historias que me llevaron a tomarlas. Haré esto en un par de entradas, porque en verdad son bastantes cosas que quiero compartir con ustedes.

Este viaje ha sido toda una travesía desde el comienzo, pues mi vuelo partía desde Bogotá e iba hacia Ámsterdam, pero con una escala de unas cuantas horas en Ciudad de México...


Aquí en México, esperando el vuelo
que me llevaría hasta Ámsterdam.
Claro, así salía más económico, entonces decidí aprovechar esa ganga y aventurarme un poco hacia el norte antes de tomar rumbo hacia el este. El problema es que este pequeño desvío añadió casi nueve horas al viaje, que al final pesan en la cabeza, en la espalda y en todo lado. No me quejo: la comida y la comodidad en el avión estuvieron excelentes.


Tuve la fortuna de ir supercómodo, porque no
tenía compañeros de fila; pude recostarme un poco.

Por fin, luego de casi diecisiete horas de vuelo en total y unas seis horas en los aeropuertos de Bogotá y de Ciudad de México, llegué a Ámsterdam, cansado, pero con muchísimo entusiasmo por la aventura.

Allá me recibieron unos amigos muy queridos y, gracias a ellos, pude vivir momentos inolvidables. Siempre estaré agradecido con ellos, porque hicieron esto posible.


Teniendo un rato muy agradable con amigos increíbles.
Aquí estábamos en un lugar con un concepto bastante interesante:
un cine con restaurante y bar. La película: Jojo Rabbit.
Por favor, si pueden, vayan algún día a los Países Bajos y especialmente a Útrecht, una ciudad de ensueño. Aquí algunas fotos que tomé.


En Útrecht, la vida gira en torno a estos bellísimos canales. 
Esta hermosa ciudad la recorrí en bici y me dejó estas grandes imágenes, todas captadas con mi celular.



También hubo tiempo para ir a la playa. Para mí era difícil imaginar una playa en la que el agua y el viento fueran así de fríos y en la que la gente tuviera que usar varias capas de abrigo. Lo viví y confieso que era la primera vez que sentía frío de verdad...

No recuerdo el nombre de este lugar, pero me asombró la diferencia con las playas que ya conocía.
Por último, dos fotos en Ámsteredam con mi amigo. Honestamente, es una ciudad que no me gustó: es un poco sucia, desordenada y tiene demasiados turistas. En ningún momento sentí ese clic que hace que uno se enamore de un lugar, contrario a lo que me pasó en Útrecht. No culpo al clima frío y nuboso, porque así he conocido otros lugares que me han encantado. En cualquier caso, es un destino obligatorio en cualquier visita a los Países Bajos.



Bien, eso fue todo por ahora. Espero que hayan disfrutado con esta lectura y ojalá se animen a dejar comentarios sobre alguna de estas ciudades, ¿les gustan? ¿no? ¿por qué?

Les deseo una feliz cuarentena y que sigan aprovechando el tiempo como hasta ahora. Espero que sigamos siendo responsables, porque es la única manera de hacerle frente a este problema. 

Que sean felices. MT



martes, 24 de marzo de 2020

La libertad de la cuarentena

Hola, estimados lectores. Aquí estoy una vez más, escribiendo en medio de este confinamiento que parece de nunca acabar. Hace falta sentir el sol, caminar por otros lugares diferentes al pasillo del apartamento, ver gente y otras mil cosas más que hacían parte de la cotidianidad... Pero seamos responsables.

Seguramente muchos de nosotros ya estemos cansados de escuchar y ver la palabra coronavirus cada cinco segundos en radio, televisión o internet. La vida en la Tierra se reduce hoy a esa palabra grave en dos aspectos: 1) tiene su acento en la penúltima sílaba y 2) la mayoría conoce los daños que ocasiona no solo en el cuerpo, sino en la sociedad

No quiero hacer un conteo de los días, como he visto en muchas partes: día uno de la cuarentena, día dos de la cuarentena, etcétera, ni quiero que al final esto se convierta en un diario personal público (vaya oxímoron); prefiero tomarme el tiempo de pensar lo que escribo sin importar tanto la periodicidad con la que lo haga. Puede que sean dos o tres entradas a la semana, como puede que sean dos en un día; no lo sé. Me dejaré sorprender por las palabras. Tampoco es muy sencillo saber de qué voy a hablar, así que, si tienen sugerencias y quisieran saber mi opinión sobre algún tema, pueden decírmelo; me haría muy feliz. Por lo pronto, les puedo decir que estaré subiendo algún material relacionado con mis experiencias de este viaje, para que sientan un poco lo que sentí mientras estuve en Europa (aún lo estoy, pero en este momento eso ya no importa mucho).

Les deseo mucho amor y sabiduría en esta cuarentena. Aprovechemos el tiempo y saquemos lo mejor de nosotros. Que sean felices.

sábado, 21 de marzo de 2020

Llegó el momento de crecer



Hola, queridos lectores.

Como les dije en la entrada anterior, estoy en España, muy lejos de mi país. Inicialmente, tenía pensado estar de vuelta en Colombia el 24 de marzo, pero, en vista de cómo está la situación, he decidido quedarme en Europa. Afortunadamente, estoy en casa de mi hermano y mi cuñada, así que estoy muy bien aquí. Sin embargo, con el paso de los días de confinamiento y con las noticias que veo sobre la situación en Colombia, no puedo dejar de sentir nostalgia de no poder estar en mi hogar.

Pienso que tener esta clase de sentimientos es muy natural, especialmente en momentos como este, pero también creo que es cuando más autocrítico y más consciente hay que ser. La nostalgia, la tristeza y la desesperanza no sirven de nada, más allá de debilitar la mente y hacer que la espera sea más difícil de sobrellevar. Por eso, estimados lectores, les propongo que este sea un momento de unión virtual, de sentirnos cercanos los unos a los otros incluso estando a miles de kilómetros, de conocernos más, de hacernos más amigos, de conocer gente, de aprender idiomas, de leer y comentar los libros que leamos, de ejercitarnos, de encontrar las formas de sentirnos en casa; todo a través de la internet. Solo esta unión nos va a permitir superar las crisis que este coronavirus trae consigo: crisis en salud, crisis social, crisis económica, crisis personal...

Les deseo lo mejor y les pido que nos cuidemos mucho a nosotros mismos y a los que nos rodean. Seamos responsables tanto hacia afuera como hacia nuestro interior y veremos que muy pronto todo esto habrá terminado. Ojalá que aprendamos algo y que la sociedad cambie, como sé que muchos de nosotros hemos soñado desde hace mucho.

Gracias por leerme. Un abrazo y que sean felices.


miércoles, 18 de marzo de 2020

Reflexiones en tiempos de cuarentena

Hola, estimados lectores.

Aprovecharé este tiempo de cuarentena para retomar algo que me apasiona: escribir. No lo hacía en este espacio desde hace años, pero sí lo hice hace algún tiempo aquí y aquí. Me llenó de orgullo que mi universidad publicara esos textos, y también me llena de emoción saber que puedo utilizar este blog para expresar mis pensamientos, experiencias y, por qué no, críticas a la sociedad en la que vivimos.

Estoy atrapado en España luego de realizar un sueño que tuve desde siempre: venir a Europa, solo, por unos meses. No planeé todo de manera muy estricta, porque quería improvisar y perderme un poco (lo cual me sucedió bastante en Alemania); sin embargo, sí tenía muy claro qué países quería visitar: los Países Bajos, Alemania, España y Portugal (y volver a España); en ese orden.

Sería un poco monótono hablar sobre la pandemia que sufrimos en la actualidad, así que procuraré no hacerlo. En su lugar, quiero compartir algunos pensamientos que me ha dejado este viaje, que está en su última etapa: una etapa de incertidumbre por no saber cuándo pueda regresar a mi país.

Luego de dos meses en el Viejo Continente (sé que es muy poco para conocer a profundidad una cultura), puedo decir que he caído en la cuenta de algo que parece obvio, pero no lo es para muchos de nosotros, latinos. Es triste ver cómo nos sentimos muy inferiores a los europeos; sentimos que ellos son casi de otro planeta (superior, por supuesto) y creemos que todo lo que hacen es perfecto. Queridos lectores, déjenme decirles que no es así. ¡¿Qué?! Sí, no es así. Tanto en Alemania como en España y en Portugal, pude ver cómo muchos nativos aprovechaban cualquier oportunidad para incumplir normas. Actos como hacer un giro incorrecto, parquear en lugares donde no está permitido porque "es solo un momentico", botar papeles en la calle, saltarse el semáforo en rojo, quejarse siempre de los gobernantes porque sí y porque no, tratar de evadir la cuarentena de cualquier forma o hacer compras despavoridas y vaciar los estantes de los supermercados por pánico, son evidencia de que son iguales a nosotros. ¿Acaso no pasa eso constantemente en nuestros países? No somos inferiores; no son superiores. Punto.

Por otra parte, hay una idea con la que la mayoría de latinos crecemos y es que los europeos son secos, fríos, poco amigables y despectivos con los demás, especialmente con los suramericanos. Pues déjenme decirles que eso tampoco es así. ¡¿Qué?! Sí, tampoco es así. En estos cuatro países europeos que he visitado, he notado que son personas muy amables: siempre están atentos, te ayudan si tienes algún problema, te dan indicaciones de una forma muy cordial, intentan comunicarse contigo incluso si no conoces bien su idioma, etcétera. Me encantó romper ese paradigma y estoy muy gratamente sorprendido por lo que he visto. Naturalmente, siempre hay quienes son más amables que otros, pero es algo propio de cada personalidad, no de la nacionalidad.

Bueno, hay otras cosas de las que me he dado cuenta estando acá, que no puedo escribir, porque me alargaría mucho y no quiero aburrirlos. Puede que lo haga en otra oportunidad o puede que me las quede conmigo y piense en ellas cada vez que esté en un momento de reflexión; supongo que serán muchos durante esta cuarentena. A propósito de eso, les pido el favor de que nos cuidemos y de que seamos conscientes de que está en nuestras manos evitar la propagación de este y de otros virus. No esperemos que la situación esté verdaderamente mal para, ahí sí, tomárnoslo en serio. Quedémonos en casa y aprovechemos el tiempo para hacer cosas que no solemos hacer (en mi caso, escribir y leer).

Que sean felices y que tengan una feliz cuarentena.